13 noviembre 2006

Una visita al Archivo General de Indias.

Vicenta Cortés Alonso

Desde 1967, en que me trasladé de Sevilla a Madrid, no había vuelto a pisar al siempre recordado archivo de mis comienzos profesionales. Estaba al tanto de los cambios, las mejoras y también de las metas no conseguidas. Pese a ello, el volver a recorrer sus salas, oficinas y galerías, y sobre todo el depósito documental nuevo, me han producido una gran alegría porque significa que lo leído y escuchado era un avance hacia una meta que, como siempre está a cierta distancia.

Lo que más me ha gustado ha sido la ampliación de los espacios, de manera que la zona de trabajo es independiente del camino de los visitantes, pensando en cuando no teníamos despachos y estábamos en la ruta de los turistas. Además, como resultado de la gran obra que supuso La Informatización del Archivo General de Indias. Estrategias y resultados (1999), de Pedro González García, que se continúa sólo con ver el equipo con que trabaja el personal, de más de 50 personas, y los investigadores. Yo, nunca tuve máquina de escribir, lo mismo que mis compañeros, exceptuando el director, el secretario y la bibliotecaria.

Pero, si leemos la Bibliografía de los archivo españoles 1930-2000, tomo II de Los archivos españoles en el siglo XX: Políticas archivísticas y producción bibliográfica (2006), de Luis Miguel de la Cruz, publicada como la anterior por ANABAD, comprobamos que mucho de lo hecho no ha llegado a la imprenta (AGI, pp. 101-134). Sería sumamente útil que el AGI publicara, como lo hiciera en 1935 nuestro colega Juan Tamayo, entonces director, una Memoria acumulativa de los últimos veinte años. Así se lo dijimos, como solemos hacer en tales casos, a nuestra querida amiga y colega Isabel Simó, actual directora. Por lo menos, no nos sacó del archivo a cajas destempladas. Tiene temple.